Hace tiempo que no subo al blog una entrada sobre arte, aunque aquellos curiosos que entráis de vez en cuando ya sabéis que para mí el arte y la historia van de la mano.
La entrada que os propongo es un vistazo al Cristo del Otero imagen insignia de la ciudad de Palencia. Es lo primero que ve el viajero que se aproxima a nuestra urbe desde la zona de Santander o León. Objeto de romerías en el mes de abril y procesiones en Semana Santa. Buen lugar para tener unas privilegiadas vistas de la ciudad. Y para algunos, porqué no decirlo, ángel guardián de Palencia y los terrenos conlindantes.
Pero, ¿cuál es la historia del Cristo del Otero? Primero es necesario hablar de su ubicación. Situado en lo alto de un cerro, a las afueras de la ciudad, y que era conocido por un trágico suceso que tuvo lugar en 1907, el asesinato del ermitaño que vivía en el cerro. La noticia tuvo una fuerte conmoción en la Palencia de la época, haciéndose eco del mismo la prensa local.
Pero dejando de lado la crónica negra local, lo que nos interesa aquí es ofrecer unas pistas sobre la construcción de la imagen del cristo. De este modo nos remontamos a la década de los veinte. Tal y como recoge el profesor Brasas Egido (1987) por esa época Victorio Macho es un artista consolidado en el panorama artístico nacional. Pese a residir desde joven fuera de Palencia, el escultor nunca cortó los lazos con su localidad natal. Buena prueba de ello son los contactos que mantiene con las autoridades locales, en primer lugar para trabajar en un fallido monumento a Alonso Berruguete, que finalmente realizará en los últimos años de su vida. Y para traer la estatua de su hermano Marcelo, una de sus obras cumbres de su primera etapa, a la catedral de Palencia siendo colocada en la sala capitular de la seo el 2 de mayo de 1921. La escultura estuvo muy poco tiempo en su ubicación, siendo retirada por el propio escultor poco después ante la incomprensión de sus vecinos. Por estas fechas se documentan también los contactos de Macho con el entorno vallisoletano con la intención de llevar a cabo su soñado proyecto el altar de Castilla, exaltación de los campesinos de la tierra, que sin embargo no pudo realizarse.
Lo que si se llevó a cabo fue la construcción de una imagen de Cristo en lo alto del cerro del Otero, proyecto promovido por el obispo Parrado quien quiso que Victorio Macho se hiciera cargo de las obras. Un proyecto en el que se empezó a trabajar en 1927 y que pudo realizarse desde el punto de vista económico gracias a la puesta en marcha de una colecta pública en la ciudad. Las obras, sin embargo, no estuvieron exentas de contratiempos. El primero los elevados costes del material, bronce y mosaico pensados en un principio, que provocaron un retraso en el comienzo de las obras posponiéndose a 1930. Y en segundo lugar las propias condiciones de trabajo. Nos situamos en la época, con unos medios no tan avanzados como ahora en lo que a infraestructuras se refiere, y con temperaturas extremas en invierno y en verano. Sin embargo, todo ello no fue obstáculo para que las obras se terminaran en 1931.
Centrándonos en los aspectos técnicos, el Cristo del Otero presenta unas dimensiones de 22 metros de altura. Utilizando hormigón para el cuerpo que está revestido de piedra artificial y granito.
El rostro del Cristo reproduce los rasgos de un cristo hebreo caracterizado por un rostro enjuto con los pómulos marcados. Efigie que, por otra parte, puede verse en otras obras de Macho como el Cristo de los Corrales de Buelna realizado entre los años 1926-1927, y en el Cristo de la Piedad del Sepulcro de Menedez Pelayo que se puede ver en la Catedral de Santader y fue realizado entre 1955 y 1957.
Volviendo a la imagen que nos ocupa, el cuerpo aparece cubierto por una túnica recorrida por estrias que contribuyen a acentuar la verticalidad del conjunto en contraste con la horizontalidad del paisaje que lo enmarca. Este interés por la verticalidad visible en la imagen, la conectan con el arte griego y la estética Art-Decó presente en otras obras del mismo autor como por ejemplo el Monumento a Ramón y Cajal ubicado en el Paseo del Retiro de Madrid y en el que Macho trabaja entre los años 1925 y 1926.
Volviendo a la imagen que nos ocupa, el cuerpo aparece cubierto por una túnica recorrida por estrias que contribuyen a acentuar la verticalidad del conjunto en contraste con la horizontalidad del paisaje que lo enmarca. Este interés por la verticalidad visible en la imagen, la conectan con el arte griego y la estética Art-Decó presente en otras obras del mismo autor como por ejemplo el Monumento a Ramón y Cajal ubicado en el Paseo del Retiro de Madrid y en el que Macho trabaja entre los años 1925 y 1926.
Por último, nos resta hablar de uno de los signos distintivos del Cristo del Otero que aparece con los brazos levantados hacia arriba en actitud de bendecir. Indicar que esta postura no fue la primera opción que el escultor barajaba para su obra. Victorio Macho pensó en diseñar a su Cristo con los brazos extendidos. Si bien, ya sobre el terreno, descubrió que la postura por la que pasó a la posteridad resultó ser la más acertada.
Desde que aquí no me queda otra opción que la de invitar a todos aquellos, palentinos o no, a subir al Cristo, disfrutar de sus vista y descubrir o redescubrir una obra que este último año, gracias a una reciente restauración, ha podido recuperar parte de su esplendor de antaño.
Referencias.
Imágenes tomadas de Wikipedia.
ANTOLÍN ESTEBAN, Laura Pintura y escultura del siglo XX en Palencia. Tesis Doctoral inédita.
BRASAS EGIDO, Jose Carlos Victorio Macho. Vida, arte y obra. Ed. Diputación Provincial de Palencia, 1987.
Desde que aquí no me queda otra opción que la de invitar a todos aquellos, palentinos o no, a subir al Cristo, disfrutar de sus vista y descubrir o redescubrir una obra que este último año, gracias a una reciente restauración, ha podido recuperar parte de su esplendor de antaño.
Referencias.
Imágenes tomadas de Wikipedia.
ANTOLÍN ESTEBAN, Laura Pintura y escultura del siglo XX en Palencia. Tesis Doctoral inédita.
BRASAS EGIDO, Jose Carlos Victorio Macho. Vida, arte y obra. Ed. Diputación Provincial de Palencia, 1987.
es impresionante
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