En esta entrada realizamos un análisis de Saturno devorando a su hijo. Se trata de una obra pictórica, una pintura mural en origen traspasado a lienzo, que Goya pinta entre los años 1820-1823. La obra formaba parte de la decoración que el propio pintor realizó en la Quinta del Sordo una casa que adquiere hacia 1818.
El contexto en el que podemos ubicar la obra corresponde a los últimos años que el pintor aragonés vive en España antes de su exilio a Burdeos. El panorama político, económico y social del país es desolador pues supone la vuelta del absolutismo en la persona de Fernando VII lo que supone un retroceso y una oportunidad perdida para modernizar el país desde todos los ámbitos. En el plano internacional se producen cambios relevantes siendo el más llamativo el ocaso del emperador Napoleón Bonaparte y la reorganización del mapa europeo.
En este contexto englobamos la obra que vamos analizar donde nos encontramos ante una temática mitológica pues Goya aborda el mito de Saturno quien decide devorar a sus hijos para evitar así el oráculo que había profetizado su caída y desgracia. El tema que nos ocupa ya había sido tocado con anterioridad en el siglo XVII por Rubens quien se muestra más fiel a la historia original. En el caso de Goya la figura de Saturno es una metáfora del paso del tiempo vivido por el propio pintor así como de la situación por la que atraviesa España en el momento en el que el autor se encuentra enfrascado en la realización de las pinturas negras.
Como puedes ver en la imagen de la derecha, Goya deforma al personaje hasta convertirlo en un ser grotesco donde llama la atención la mirada desorbitada de su rostro. Además debe indicarse que el personaje ha sido sorprendido en el acto de devorar a un de sus vástagos momento que resulta especialmente violento al ser testigo el espectador del cuerpo desmembrado y el río de sangre que corre por el mismo.
Desde el punto de vista compositivo la figura emerge desde la zona de la derecha dominando todo el conjunto y emergiendo de un fondo negro sin definir. En el estudio anatómico de la figura se pone de manifiesto la desproporción de sus miembros lo que refuerza aún más el carácter monstruoso de la figura. A ello se debe añadir que el autor no tiene el más mínimo interés en que el tamaño de su personaje cuadre con el espacio en el que se encuentra, más bien al contrario, en un deseo por transmitir desasosiego y angustia en el espectador.
En cuanto a la gama cromática se observa la presencia de tonos marrones en la figura y tonalidades rojizas en el cuerpo del hijo. La luz incide de lleno en el cuerpo desmembrado subrayando la sensación de terror que se pretende transmitir, efecto que se consigue también al iluminar parcialmente al monstruo, especialmente, sus ojos.
Con respecto a posibles influencias es relevante esta obra por la deformación del personaje que supondrá una notable influencia en movimientos artísticos posteriores como el expresionismo alemán.
Cerramos el análisis comentario volviendo al contexto. Indicamos que la obra analizada forma parte de las pinturas negras conjunto pictórico con el que Francisco de Goya decora las dos plantas de la Quinta del Sordo. Las pinturas negras conviven con el estilo artístico del Romanticismo que estaba en pleno apogeo en las primeras décadas del siglo XIX. En estas pinturas Goya transita por varias temáticas como el costumbrismo, lo religioso y lo mitológico teniendo en común todas ellas una grama cromática que oscila entre los grises y marrones y un juego de luces y sombras con los que subrayar la desolación por la que estaba pasando el artista en esos momentos. Las pinturas negras constituyen la última gran obra que Goya realiza en España. En el momento de culminarlas y consciente de que seguir viviendo en España no es seguro para él decide exiliarse a Burdeos en Francia donde morirá en el año 1828.
Para saber más:
Enlace de la imagen utilizada en la presente entrada:
No hay comentarios:
Publicar un comentario