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viernes, 23 de abril de 2021

GREGORIO FERNÁNDEZ

 

El cuadro que ves a la izquierda reproduce el retrato del escultor Gregorio Fernández (1576-1636) de origen gallego que se encuentra en activo en la ciudad de Valladolid a comienzos del siglo XVII.

Su llegada a la capital del Pisuerga se documenta en torno al año 1600 o 1601, según las fuentes, entrando al servicio del taller de Francisco del Rincón uno de los imagineros más importantes del momento. Con él Fernández colaborará en varias obras, entre otras, el paso procesional de la Elevación de la Cruz que se conserva en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid.



A la derecha puedes ver "El bautismo de Cristo", un altorrelieve realizado en el año 1630 que fue concebido como pieza central de un retablo que se encontraba en el Convento de Nuestra Señora del Consuelo de Valladolid, actualmente conocido como Santuario del Carmen Extramuros.

La obra está considerada una de las obras maestras de Gregorio Fernández donde se observan algunos de sus rasgos más notables como por ejemplo el trabajo de los pliegues de los mantos de ambos personajes, así como el estudio anatómico y la exactitud en la reproducción del tema tal y como aparece descrito en los evangelios.


Anterior a la pieza arriba mencionada es la obra que puedes ver a la izquierda. Se trata del Ecce homo realizado entre 1611 y 1615 que se conserva en la Sala Capitular de la Catedral de Valladolid.

Se trata de una representación de Cristo de cuerpo entero cubierto con el perizonium o paño de pureza. La figura cruza los brazos sobre el pecho y en su espalda se pueden observar las huellas de la fragelación. La figura rompe la frontalidad al girar la cabeza, una cabeza donde encontramos un rasgo distintivo de los cristos de Gregorio Fernández visible en el cabello que cae sobre los hombros y la barba partida en dos con la que cubre el rostro. Los ojos están confeccionados en vidrio.

Pero esta pieza es igualmente notable por el exhaustivo estudio anatómico observado en el torso fruto de la estancia en Italia de Fernández donde estudia la estatuaria del periodo grecolatino así como la escultura de los autores del Renacimiento italiano entre los que podemos mencionar a Miguel Ángel.




A la derecha puedes ver una imagen de cuerpo entero de esta obra. Observa cómo la influencia de la escultura de la antigüedad clásica se hace notable en las extremidades inferiores de la pieza donde es posible encontrar un contraposto.

El apoyo de la figura lo encontramos en la pierna de derecha completamente recta mientras que la pierna izquierda aparece ligeramente separada y con la rodilla flexionada. Este movimiento se observa en la colocación de las caderas consiguiendo así que la parte superior del cuerpo no esté completamente recto sino que se marque una ligera curva. Indicar además, que el vidrio de los ojos no es el único elemento no escultórico pues el paño de pureza, anudado en la cadera derecha como es habitual en los Cristos de Fernández, es también una pieza añadida.


A la izquierda puedes ver un detalle de La sexta angustia, paso procesional realizado en 1616 y que se conserva en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid.

El paso está formado por una pieza central, la Piedad, y dos figuras que lo flanquean y que están compuestos por los dos ladrones que aparecen en la cruz.

Nosotros vamos a centrarnos en la imagen de la Piedad para marcar algunas de sus claves: 1-Se observa la presencia de una figura piramidal en la que aparecen englobados los personajes principales de la Virgen y Jesús.

2-La figura de Jesús que aparece tumbado proyecta una profunda diagonal que se cruza con la vertical que cruza a la Virgen la cual aparece sentada.

3-Dramatismo o pathos visible en la expresión de María con la mirada hacia arriba y las manos, la derecha levantada hacia arriba mientras que con la izquierda aferra con fuerza el brazo de su hijo aunque sin tocarlo directamente sino a través de un paño. Por su parte el cuerpo de Jesús yace sin vida destacando el verismo con que han sido reproducidas las heridas si bien lo más notable reside en el tratamiento de la policromía del rostro en el que se aprecia ya el rigor de la muerte.

4-Pliegues, tanto en el paño en el que aparece tumbado Jesús como en el manto con el que se cubre la Virgen podemos apreciar un minucioso estudio del plegado, paños crujientes, influencia de la pintura flamenca del siglo XV y que, junto a lo ya mencionado en el punto anterior, refuerzan el carácter dramático del conjunto.


A la derecha puedes ver un detalle de los rostros de ambas figuras. Fíjate que tanto la madre como el hijo presentan la boca entreabierta.


La última imagen en la que nos vamos a centrar es el Cristo yacente una tipología que desarrolla Gregorio Fernández de la cual se conservan varios ejemplares aunque nosotros nos vamos a centrar en la pieza que se conserva en el Museo Nacional de Escultura y que puedes ver en la imagen de la izquierda.

Desde el punto de vista iconográfico, Fernández se centra en el momento posterior al descendimiento, en el que el cuerpo sin vida de Cristo espera recibir sepultura. Dejando al margen el componente religioso, lo más llamativo de la pieza, reside en el extraordinario conocimiento de la anatomía humana. Fernández hace acopio de la formación recibida en el estudio de los clásicos, para recrearse con delicadeza en el cuerpo de un hombre joven, que aparece semidesnudo.


Con respecto a la disposición del cuerpo, la figura aparece recostada, inclinada ligeramente hacia el lado derecho, disposición conseguida gracias a la posición de las extremidades inferiores. Se logra así el equilibrio compositivo, el decoro. Para el espectador, se recomienda el visionado de la figura desde esta perspectiva. De este modo se puede contemplar con detalle un cuerpo cuya desnudez queda ligeramente cubierta por el paño de pureza. 

Otro de los signos distintivos de la pieza, lo constituye la cabeza. Suavemente recostada sobre el almohadón, refleja un cabeza sin vida, pero de gran dignidad. El rostro, pese a mostrar los signos ya evidentes del rigor mortis, transmite una clara sensación de serenidad, subrayada por la disposición de las extremidades superiores. A su vez, debe destacarse el grado de realismo, conseguido merced al vidrio de los ojos, y la boca entreabierta. 

Por último una recomendación, cuando se visite el museo, y se contemple esta pieza, es muy importante rodearla, acercarse, y observar cada uno de los detalles, pues solo así se disfrutará plenamente de una de las joyas de las escultura castellana del siglo de Oro.

Por último os dejo un vídeo sobre Gregorio Fernández:


Bibliografía:

V. V. A. A. (1994) Historia Universal del Arte. Barroco y Rococó. Planeta.

 

Las fotos del Cristo yacente han sido realizadas por la autora del presente blog

Enlaces de las imágenes utilizadas en la presente entrada:

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