Esta obra se encuadra dentro del expresionismo abstracto americano tendencia que surge en el año 1947 en Estados Unidos. Jackson Pollock es uno de los principales representantes de esta corriente. Un autor que comienza su carrera pictórica en los años 30 realizando obras que reflejan influencias diversas desde los clásicos como Miguel Ángel o El Greco; autores de vanguardia como Picasso, Miró o André Mason; la pintura nativa americana; o la obra de los muralistas mejicanos como Diego Rivera o David Alfaro Siqueiros. Este último a su vez anima al aspirante Pollock a experimentar sobre la superficie pictórica.
Desde el punto de vista compositivo, la sensación que se tiene al contemplar este cuadro es de desconcierto pues el espectador percibe una maraña de pigmento compuesto por líneas que transcurren de forma libre sobre la superficie. El resultado es un caos pero aparente pues es posible encontrar cierto orden. Dicho orden puede observase en la combinación de color, ocres y grises en la base sobre la que se van yuxtaponiendo rojos, amarillos y verdes. Sobre ellos encontramos el negro mientras que el blanco constituye el remate del cuadro. Con esta premisa el deseo del espectador es intentar desentrañar dicho caos en un intento por descubrir qué es lo que esconde el cuadro si es que esconde algo pues no lo sabemos.
Debe reseñarse el ritmo compositivo debido a la presencia de formas curvas que se entrelazan en un arabesco infinito. Curvas que lo cubren todo consiguiendo el llamado all-over que caracterizan las obras de este autor.
Desde el punto de vista técnico, Pollock destacaba por utilizar técnicas tradicionales como el óleo con otras más novedosas como pintura sintética, esmaltes y pintura metálica, todo ello combinado con otros recursos no pictóricos como el empleo de framentos de vidrios triturados, arena e incluso collage. Estos materiales son extendidos sobre un lienzo que el pintor coloca sobre el lienzo, el cual pisa durante todo el proceso creativo, donde la creación fluye a ritmo de música de jazz.
Finalmente el tema que está representado en el cuadro, a priori resulta complicado pues no encontramos nada conocido que nos permita identificar un posible tema; no obstante podemos conectarlo con la propia biografía del autor. Todo ese caos que vemos puede conectarse con lo vivido por Pollock durante la Segunda Guerra Mundial. Tras su fin el autor se siente perdido en un mundo que ha cambiado de forma violenta y donde el ser humano anhela encontrar una nueva realidad que le permita liberarse del caos que le rodea.
Bibliografía:
V. V. A. A. (2009) Arte desde 1900. Akal. Madrid.
GOMPERTZ, W. (2013) ¿Qué estás mirando? 150 años de arte moderno en un abrir y cerrar de ojos. Taurus. Madrid.
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