El objetivo de esta entrada es repasar la manera en que los egipcios han representado al ser humano a través de las obras más conocidas.
A la izquierda podemos ver al Príncipe Rahotep y su esposa Nofret. Ambos sentados en respectivos tronos. Con un lenguaje corporal muy rígido. Color del cuerpo y vestimenta diferente. Nula conexión entre los personajes. Todo sea por la eternidad.
En la imagen de la derecha, El Escriba del Louvre. Sentado con las piernas cruzadas según acostumbraban los escribas. Su cuerpo forma un triángulo equilátero. Cumple al detalle los rasgos de la representación egipcia. Eso sí, su cuerpo presenta mayor naturalidad, no es un faraón, se puede permitir esa barriga redondita y los michelines.
A la izquierda podéis ver un detalle de la escultura Kaaper o el alcalde del pueblo perteneciente al imperio antiguo.
Es una pieza realizada en madera que sorprende por el verismo con que ha sido representado su rostro. Tiene cara de buena persona. Dan ganas de llevarlo de cañas. Eso sí su cuerpo tampoco encaja con la idealización del momento. Lo podéis comprobar en el dibujo de cuerpo entero que os dejo sobre estas líneas.
Kefrén. Imperio Antiguo |
Akenatón. Imperio Nuevo |
La importancia concedido al naturalismo que se puede ver, por ejemplo, en las representaciones escultóricas de Akenatón, se mantiene también en algunos ejemplos de la Baja Época. El ejemplo más destacado lo encontramos en la Cabeza verde, donde se observa el paso del tiempo en el rostro de, posiblemente, un sacerdote de la época.
Ya hemos visto cómo pueden aparecer representados ellos...pero y ellas. Si eres la esposa de un faraón, por ejemplo Micerinos, puedes aparecer igual de idealizado que él; eso sí un pasito más atrás y con un lenguaje corporal que se puede interpretar de estar reteniendo a su marido, casi como si no le deja marchar, en lugar de estar agarrándole plácidamente del brazo.
Tambien puedes aparecer divina de la muerte si te llamas Nefertiti
O en modo masculino si te llamas Hatshepsut reivindicando tu papel como faraón femenino en el Antiguo Egipto. Incluso puedes presumir de ser la única mujer gobernante de dicha civilización en poseer una escultura con apariencia de esfinge.
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