La imagen que puedes ver a la izquierda es el cuadro Impresión sol naciente, una obra pictórica realizada en óleo sobre lienzo por Claude Monet en 1872.
Monet escoge como tema un paisaje más concretamente una marina. Observa que el agua se convierte en elemento esencial de este cuadro en el que podemos observar una barca en primer término y una serie de siluetas de grúas y edificaciones que aparecen al fondo. El cuadro está representado a una hora concreta del día, el amanecer, con el sol saliendo reflejando sus primeros rayos en el agua.
Centrándonos en los aspectos formales, debe resaltarse la sensación de espacio que consigue gracias a la combinación de varios elementos. En primer lugar el uso de la luz y el color manifestando en ambos un predominio de tonalidades frías en primer término, mientras que al fondo de la composición se aprecia un justo equilibrio entre lo cálido y frío por efecto de la influencia del sol.
El uso de la pincelada es rápida y suelta, se observa un efecto de inacabado, de abocetado a todo el conjunto que aparece subrayado por el efecto de niebla que parece envolver todo la composición, especialmente, en los elementos que aparecen representados al fondo. De ahí el interés de Monet de representar lo intangible, lo etéreo que nos permite conectarlo con la corriente paisajística del romanticismo inglés y, en especial, de Turner.
Fíjate en el uso que Turner realiza de la luz y el color combinando tonalidades frías y cálidas; y en los reflejos en el agua que resultan semejantes a los observados en la obra del autor francés. Así como ese interés en captar atomósferas y un efecto inacabado.
Retomando de nuevo el cuadro de Monet debemos indicar otra referencia importante a tener en cuenta. Observa con atención el modo en el que Monet ha realizado la pequeña barca que aparece cerca del punto de vista del espectador; tanto la estructura como sus ocupantes han sido trabajados con trazos muy rápidos como si hubiera utilizado tinta china, apreciándose así una clara conexión con la estética oriental, los grabados japoneses, que causan gran sensación entre los pintores occidentales de la segunda mitad del XIX. Además podemos indicar cierto ritmo compositivo en la escena reflejado en el suave zig-zag que puede verse en el agua y que permite conducir al espectador hacia el interior del cuadro.
Con respecto al contexto, hemos indicado que la obra está fechada en 1872, estamos por tanto en un periodo donde las consecuencias de la Segunda Revolución Industrial ponen de relieve la necesidad de buscar nuevos mercados fuera de Europa donde poder vender los excedentes industriales. Esos nuevos mercados aparecen en el continente asiático, China, India etc, lo que supone la puesta en marcha de la corriente imperialista y colonialista.
Además en el apartado político se produce la culminación de los procesos de unificación de Italia y Alemania a lo que debe añadirse los movimientos nacionalistas que continúan vigentes durante este periodo.
En cuanto a los aspectos concretos, la obra analizada se enmarca dentro de la corriente impresionista que ve la luz en la segunda mitad del XIX. Una corriente que aparece integrada por una serie de pintores entre los que podemos mencionar a Manet, Monet, Renoir, Pisarro, Sisley, Berthe Morisot y Mary Cassatt, entre otros, donde comienzan a romper la percepción tradicional de los cuadros otorgando importancia al color y la luz como herramientas de la construcción del cuadro.
Para saber más:
GOMPERTZ, W.
(2013) ¿Qué estás mirando? 150 años de
arte moderno en un abrir y cerrar de ojos. Taurus, Madrid.
GRIMME, K. H.
(2008) Impresionismo. Taschen,
edición Diario El País, Madrid.
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